El mes con apodo

Alguna vez hubo una semana cargada de violencia, muerte, conmoción, miedo, coraje y celebraciones, todo ello concentrado en las plazas céntricas de Asunción. Nunca antes y nunca después volvió a verse algo parecido en el Paraguay.

Los meses por lo general no tienen apodos, y si alguno ha de ganarse el raro privilegio de que le pongan uno, primero deberá cumplir con un requisito obligatorio: generar conmoción. Tal es así que el mes de mayo, tuvo primero que generar en su interior, en 1968, las más numerosas manifestaciones callejeras y la mayor huelga general que se hayan visto en la historia de Francia, para luego ganarse el apodo de «Mayo Francés». En otro continente, 31 años más tarde, sería el mes de marzo el que entraría al selecto club de los meses con apodo, siendo apodado «Paraguayo».

He aquí un recuento de cómo marzo de 1999, logró convertirse en el «Marzo Paraguayo».

Los antecedentes

La política paraguaya en la década de 1990, estuvo marcada en gran medida por el ascenso de dos poderosos caudillos del Partido Colorado.

Uno de ellos era Lino César Oviedo, un militar que empezaría a asumir un gran protagonismo tras el golpe de estado al dictador Stroessner, en el cual había participado.

Durante el golpe de estado del 3 de febrero de 1989, Oviedo era Coronel, en 1993 era ya General de División y fue designado como Comandante del Ejército por el Presidente Wasmosy. Desde esta posición, Oviedo acumularía gran influencia, intervendría en asuntos políticos, convertiría en partidarios suyos a gran parte de la cúpula militar y a gran parte de la población. En abril de 1996, luego de una fuerte disputa con Wasmosy, relacionada con la construcción de un segundo puente internacional en el Alto Paraná -ambos se acusaron mutuamente de querer ganar dinero con el proyecto-, Oviedo, sintiéndose fuerte, se acuartela en la Caballería y exige la renuncia del presidente. La tensión estaba al máximo, se temía un posible derramamiento de sangre, Wasmosy estuvo al borde de renunciar; pero finalmente se mantuvo firme al sentir el respaldo de la comunidad internacional y de masivas manifestaciones ciudadanas en contra de Oviedo.

El episodio terminó con el pase a retiro de Oviedo -amagaron con nombrarlo Ministro de Defensa para tranquilizarlo, pero no se concretó-; pero ese no fue el fin de su fuerte influencia, al contrario, inmediatamente anunció que buscaría la presidencia de la república y fundó el movimiento colorado UNACE (Unión Nacional de Colorados Éticos).

El otro caudillo en ascenso era Luis María Argaña, tenía un vasto currículum político en su haber. Fue convencional constituyente, Vicepresidente de la Cámara de Diputados, Consejero de Itaipú, Presidente del Partido Colorado y Presidente de la Corte Suprema de Justicia. Estuvo cerca de ser presidente del país en 1993; pero perdió por muy poco la interna partidaria contra Wasmosy, en un proceso contaminado por una lluvia de denuncias de irregularidades -una de las cuales implicaba a Oviedo llevando urnas a la Caballería-, muchos años después el senador Juan Carlos «Kalé» Galaverna, admitiría públicamente haber participado de un fraude electoral contra Argaña. A pesar de esto, Argaña seguiría con fuerza su carrera política, «Reconciliación Colorada», movimiento fundado por él, sería uno de los más fuertes dentro del coloradismo en los siguientes años.

Estos dos caudillos medirían fuerzas en las internas coloradas para buscar sentarse en el sillón presidencial en 1998. La pulseada la ganó Oviedo; sin embargo lo dejaron fuera de competencia, fue encarcelado al ser procesado por un tribunal militar, acusado de intento de golpe de estado por los eventos de 1996. Esto dio lugar a una situación muy particular, el candidato presidencial por la ANR sería Raúl Cubas Grau, quien fuera el candidato a vicepresidente de Oviedo en las internas, y Argaña que había quedado como segundo en la puja, pasó a ser el candidato a vicepresidente. Así, el Partido Colorado puso juntos en una misma chapa presidencial, a dos hombres que representaban a dos facciones políticas duramente enfrentadas entre sí.

La dupla Cubas-Argaña ganó las elecciones generales contra toda la oposición unida detrás de la dupla Laíno-Filizzola, la campaña de Cubas tuvo como eje central la liberación de Oviedo, su slogan era «Tu voto vale doble: votá por Cubas, para que Oviedo salga en libertad». Efectivamente, al asumir la presidencia, Cubas Grau saca a Oviedo de prisión. A partir de esto el ambiente se vuelve cada vez más caldeado, la Corte Suprema de Justicia declara inconstitucional la medida del Presidente, en respuesta a esto los oviedistas inician una campaña agresiva contra los ministros de la Corte Suprema y en una manifestación frente al Palacio de Justicia, incluso hieren en la cara a Monseñor Rolón, célebre opositor al régimen de Stroessner. Las críticas contra Cubas y el oviedismo son cada vez mayores, el propio hermano del Presidente, Carlos Cubas, renuncia a su puesto de Ministro de Industria y Comercio por estar en desacuerdo con su hermano, y en el Congreso los parlamentarios argañistas, unidos a los de la oposición, empiezan a hablar de juicio político al Presidente Cubas, lo que motivaría que partidarios de Oviedo empiecen a reclamar la disolución del Parlamento.

La libertad de Oviedo estaba siendo cuestionada y amenazada, y sus adversarios estaban organizándose para destituir al hombre que él había puesto en el Palacio de López, para reemplazarlo por su rival, Luis María Argaña. La receta para un gran conflicto estaba por completarse; pero faltaba un último ingrediente.

El detonante: el asesinato de un vicepresidente

El martes 23 de marzo el Vicepresidente Argaña se dirigía a la sede de la vicepresidencia, cuando en la calle Diagonal López, un poco antes de llegar a Venezuela, alrededor de las 8:30 de la mañana a su camioneta le cierra el paso un Fiat Tempra verde oscuro. De él descienden dos hombres que inmediatamente empiezan a abrir fuego (había un tercero esperando en el auto),el suboficial Francisco Barrios, quien servía como guardaespaldas del Vicepresidente, llegó a sacar su arma para defenderse pero lo mataron antes de que pueda disparar. El chofer bajó la cabeza y trató de retroceder, choca contra la muralla de una casa y queda con el vehículo trancado en la vereda. Allí el chofer escapa como puede y se esconde en una casa, con una herida en la cara. Uno de los sicarios descarga varios tiros sobre Argaña, desde la ventana del costado de la camioneta, y se retiran no sin antes dejar una granada en la vereda, a centímetros la camioneta.

Camioneta de Argaña

Camioneta de Argaña después del atentado. En el suelo, cerca de la puerta trasera, todavía se encuentra la granada (que no llegó a detonar)

Argaña estaba muerto, la noticia empieza a recorrer el país velozmente. Se esparce el miedo, los niños son retirados de las escuelas por temor a lo que podría suceder después. Inmediatamente muchos empiezan a acusar al Presidente Cubas y a Lino Oviedo de ser los responsables. Esta acusación cobraría fuerza, al menos en el caso de Oviedo, al ser descubiertos los autores y ser revelado que uno de ellos era el mayor Reinaldo Servín, dirigente oviedista, quien ese mismo día se había comunicado con Oviedo. A pesar de las acusaciones, nunca se llegó a condenar judicialmente a Oviedo ni a nadie más como autor moral. Sí fueron encarcelados cuatro hombres como autores materiales.

En los años posteriores el oviedismo, con la cooperación del diario ABC Color, sostendría una obsesiva campaña de desinformación para hacer creer que Argaña había muerto en la casa de su amante y que lo del asesinato fue un montaje espontáneo de su familia. Repitieron el rumor una y otra vez, mostrando siempre fotografías sacadas desde ángulos donde no se veía bien la sangre en el cadáver (omitiendo todas las imágenes donde claramente se ve sangre), y eso fue tan efectivo que a pesar de la montaña de pruebas que sostienen lo contrario, todavía hoy, 20 años después, son muchos los que siguen creyendo que Argaña ya estaba muerto antes del atentado.

Argaña muerto 1
Argaña muerto 4
Argaña muerto 3
Argaña muerto 2

Comentarios como los de arriba siguen siendo comunes hasta hoy y demuestran la eficacia de la campaña de ABC Color y el oviedismo, para instalar una falsa teoría de conspiración

Guerra en las plazas

Más tarde en esa mañana, líderes de la organización multipartidaria «Jóvenes por la Democracia» -quienes ya habían tenido protagonismo en las manifestaciones contra Oviedo en el 96- marchan desde el Sanatorio Americano, donde se había depositado el cuerpo de Argaña, con rumbo al Palacio de Gobierno para manifestar su indignación ante el atentado, exigir la prisión para Oviedo y la renuncia del Presidente Cubas. Eran pocos y fueron frenados poco antes de llegar al Palacio, sobre 15 de agosto y El Paraguayo Independiente.

Mientras tanto, el Ministro del Interior había renunciado, lo reemplazó Carlos Cubas, el hermano del presidente que había renunciado meses atrás y ahora volvía al gabinete de su hermano, para ayudarlo en medio de la crisis. Desde el TSJE, trascendía la noticia de que en la mañana ya se preparó una resolución para llamar a elecciones, para elegir nuevo vicepresidente, una reacción sorprendentemente veloz que a muchos resultó sospechosa. El Presidente de la República ordenó el cierre de las fronteras con Brasil y Argentina, y prometió esclarecer el caso. No sirvió de mucho.

A la noche los manifestantes crecieron en número, había de todo, argañistas, liberales, manifestantes del Partido Encuentro Nacional (en ese entonces todavía relativamente fuerte) y jóvenes independientes, y a eso de las 19:00 horas fueron violentamente desalojados de la esquina del Palacio de Gobierno por fuerzas policiales. Los manifestantes se reorganizarían en las plazas céntricas situadas entre la Catedral y el Congreso -en esos días el senado todavía funcionaba en lo que hoy llamamos «El Cabildo»- construirían barricadas y se enfrentarían con piedras a la policía.

El miércoles 24 a la madrugada, se empieza a sumar un importante número de campesinos a los manifestantes en la plaza. Los campesinos vinieron a Asunción a solicitar que se les condonen sus deudas, parlamentarios opuestos al oficialismo les prometieron acceder a su pedido a cambio de su apoyo a los manifestantes. Los campesinos se sumaron a las manifestaciones y en los próximos días sus deudas se evaporaron. Más tarde se sumarían sindicalistas, se había implementado una huelga general.

Ante estos hechos, el proyecto del juicio político a Cubas toma forma y se adelanta. La Cámara de Diputados aprueba rápidamente el inicio del juicio y le pasa la pelota al senado, para que condene o absuelva al presidente. A las 13:00 horas Cubas anuncia que acatará la sentencia de la Corte Suprema de Justicia que había desacatado antes al liberar a Oviedo, y comenta que ya ha ordenado la detención de este último. Oviedo se presenta voluntariamente en el Batallón Escolta Presidencial, donde se suponía tenía que quedar arrestado, allí expresa a la prensa que no estaba detenido y que solo iba a aclarar su situación jurídica.

Ante el anuncio de la detención de su líder y la inminente caída del presidente puesto en el poder por ellos, esa tarde los oviedistas también empiezan a acudir a las plazas del microcentro. La policía trata de mover por la fuerza a los manifestantes opositores, para conseguirles espacio en la plaza a los partidarios de Oviedo; sin embargo los manifestantes resisten la embestida y conservan la plaza. Los oviedistas trataron de ganar terreno atacando a sus rivales con petardos, aún así no pudieron conquistar la plaza. La policía montó un cordón de seguridad para separar a los dos grupos y los oviedistas ocuparon un pequeño espacio en la plaza hacia la Cámara de Diputados; pero el otro grupo, más grande, siguió ocupando la mayor parte de las plazas, incluido el espacio frente a la Cámara de Senadores, un espacio que era vital, pues por allí tendrían que pasar los senadores para desarrollar el juicio político, cosa que los oviedistas no querían y sus adversarios sí.

Para ayudar a los oviedistas a conseguir aún más espacio en la plaza, se lanza una carga de la policía montada; pero sorprendentemente los manifestantes opositores resisten, algo que casi nunca sucede cuando se desata la implacable capacidad de represión que tiene la montada. Llegó la madrugada del jueves 25, la mayoría de los opositores se habían retirado a descansar, quedando solo un pequeño grupo en la plaza, esto es aprovechado por los oviedistas para atacar y empieza una batalla campal donde ambos bandos intercambian tiros de petardos, garrotazos y cascotazos. Los oviedistas contaron con ventaja, hasta que de repente acuden refuerzos campesinos desde su lugar de descanso, la cercana Plaza Uruguaya.

Ese jueves los manifestantes recibirían una inmensa cantidad de ayuda de parte de la ciudadanía, donaciones de víveres, médicos que se ofrecían como voluntarios para atender a los heridos. La Iglesia Católica también prestó su apoyo y ofreció la Universidad Católica, al lado de la Catedral, como depósito de víveres. El senado iniciaría el juicio político y le daría 48 horas a los abogados de Cubas para armar los argumentos de la defensa. Durante el día y la noche seguirían los enfrentamientos. La Primera Dama, Mirta Gusinsky de Cubas, apareció en medios de comunicación pidiendo a la gente que se manifieste a favor del presidente y a la vez, advirtiendo que podrían salir tanques a poner orden en las calles. En medio de los enfrentamientos caía baleado Cristóbal Espínola, joven campesino que más tarde moriría a causa de sus heridas.

El viernes sería el día más violento de todos, el ambiente se caldeaba cada vez más, Ángel Seifart, quien fuera vicepresidente en el gobierno anterior, advertiría ante la prensa que el país estaba a punto de entrar en una guerra civil, y que el pueblo colorado recurriría a las armas si fuese necesario, para mantener al Presidente Cubas en el poder. Alrededor de las 5 de la tarde, la policía sorpresivamente lanza un ataque feroz, cascos azules, jinetes de la policía montada y carros hidrantes, se lanzan juntos a toda velocidad sobre los manifestantes. Los oviedistas ayudarían a los policías a «limpiar» la plaza. Los manifestantes que habían dominado la plaza hasta entonces se retiraron y se refugiaron en la explanada de la Catedral. Los oviedistas se sintieron victoriosos; pero solo por unos momentos.

Los manifestantes recién expulsados, decidieron lanzarse al contraataque. Parecía una acción demencial, ¿pues acaso cuándo hemos visto que una importante fuerza de cascos azules, jinetes de la policía montada y carros hidrantes sea vencida por manifestantes? Y sin embargo allí pudimos observar ese fenómeno espectacularmente raro y violento, lo lograron, expulsaron a toda la fuerza policial y a los oviedistas. Fueron quemados vehículos identificados como oviedistas, incluido un camión al que los seguidores del general llamaban «Linomóvil». Era una escena digna de Hollywood.

La ferviente resistencia de los jóvenes en la plaza haría que desde la presidencia se dicte una orden drástica: el ejército tendría que salir a poner orden. Desde el Chaco, específicamente Cerrito, salieron tanques de la Caballería con rumbo a la plaza. Al conocerse la noticia se organizó la defensa y se reforzaron las barricadas. El intendente de Asunción, el liberal Martín Burt, también se sumaba al conflicto, tomando partido a favor de los jóvenes manifestantes en contra del gobierno. Envió camiones recolectores de basura, para cerrar las calles que daban acceso a las plazas.

Entre las fuerzas gubernamentales surgirían divisiones. Oficiales de la Marina y la Fuerza Aérea se negarían a movilizarse para reprimir las manifestaciones. También lo hicieron algunos oficiales de la Caballería, motivo por el cual los tanques más pesados no salieron a las calles. Finalmente los tanques recibieron desde el Palacio de Gobierno la orden de desviarse y no intentar entrar a las plazas, se quedaron en las cercanías.

Los oviedistas no renunciaban a su pretensión de conquistar la plaza, así que volvieron a lanzar un gran ataque con una lluvia de petardos. Sus contrincantes reaccionaron arrojando una tormenta de cascotazos sobre ellos. En medio del calor de la batalla se veían muchos heridos en el suelo, y los presentes sufrieron una sorpresa espeluznante al percatarse de que eran heridos de balas, había francotiradores en los techos del edificio Zodiac y del local del Correo Paraguayo. Este último lugar se había convertido en una suerte de Puesto de Comando oviedista, repleto de cajas de petardos y piedras.

En las calles también había oviedistas con armas de fuego disparando contra la multitud. Uno de ellos era Walter Gamarra, un funcionario del Ministerio de Hacienda que fue filmado efectuando disparos y que hoy está preso por ello (es el único de los pistoleros apresado). Todo esto mientras las agencias de noticias de todo el mundo volcaban su atención sobre Paraguay.

Walter Gamarra y oviedistas disparando

 

 

Walter Gamarra y otros oviedistas, disparando con petardos y armas de fuego contra los manifestantes

 

 

 

 

Con el correr de las horas aumentaba la cifra de heridos, y varios de los heridos se convertían en muertos. El Fiscal General del Estado, acompañado del juez Gustavo Ocampos, ordenó a Niño Trinidad Ruiz Díaz (Comandante de la Policía) que proteja a los manifestantes y arreste a los tiradores. El Ministro del Interior Carlos Cubas también dio la misma orden; pero el Comandante de la Policía no obedeció. Según el ministro, el Comandante se había rebelado y estaba bajo las órdenes directas del General Oviedo.

Finalmente los francotiradores se retiran ante el riesgo de ser capturados. Fue una noche terrible, lo peor ya había pasado. El sábado a la mañana los jóvenes ceden el espacio conquistado en la plaza a los infantes de marina, luego de tensas negociaciones con los manifestantes en las que intervendría el Pa’i Oliva, quien ayudó a convencerlos de que la medida era necesaria. La idea era que los infantes de marina garanticen la seguridad en el lugar y aseguren que el juicio político pueda desarrollarse sin obstáculos (lo que los manifestantes querían). El Comandante de la Policía Nacional fue destituido y arrestado por los sangrientos sucesos de la noche anterior. Ese día los campesinos volvían a sus respectivas comunidades, despedidos con aplausos y gritos de gratitud.

Cubas Grau, con mucha presión encima, estaba considerando seriamente su renuncia. En conversación telefónica con el Presidente de Brasil, se le garantizó asilo político en ese país en caso de que renuncie. Al día siguiente, Domingo de Ramos, Cubas finalmente anunciaría su renuncia a la presidencia a eso de las 20:40.

«Me voy, porque si mi salida sirve para la pacificación nacional, este será mi aporte en este momento tan delicado»– argumentó el presidente en su discurso final.

Inmediatamente abandonó el país para refugiarse en Brasil. Lino Oviedo salió de su fingida prisión en el Escolta Presidencial, tuvo una última reunión en Mburuvicha Róga con Cubas, en la cual -según el secretario del presidente- tuvo un alto contenido de gritos y momentos que sugerían una intensa discusión. Oviedo abandonó el país en una avioneta y recibió protección en Argentina, de parte del Presidente Carlos Menem.

Las calles se llenaron de caravanas que inundaron el ambiente con bocinazos festivos, las plazas rebozaban con una ciudadanía que acudió masivamente a celebrar el fin de todo esto.

Multitud en la plaza (Marzo Paraguayo)

Consecuencias

El resultado inmediato fue que al haber renunciado el presidente y al estar muerto su vice, por mandato constitucional le correspondía al Presidente del Congreso asumir la presidencia. Así que el país empezaba su Semana Santa de 1999 con un nuevo presidente, Luis Ángel González Macchi.

Con él se formaría un gobierno de coalición entre colorados argañistas, liberales y encuentristas, al que llamarían «gobierno de unidad nacional». Más tarde el Partido Liberal Radical Auténtico abandonaría el gobierno de coalición. El UNACE, fundado por oviedo, dejaría de ser un movimiento colorado y se convertiría en un partido político apartado de la ANR, la Unión Nacional de Colorados Éticos pasaría a llamarse Unión Nacional de Ciudadanos Éticos, y le restaría un enorme caudal de votos al coloradismo. Tal es así que en el año 2000, se convocó a elecciones para elegir un sustituto para el finado Vicepresidente Luis María Argaña, y el Partido Colorado perdió las elecciones (tenía como candidato a un hijo de Argaña), ganó el liberal «Yoyito» Franco, quien con el apoyo del UNACE se convirtió en el primer vicepresidente liberal en más de medio siglo.

En las siguientes elecciones presidenciales del 2003, ganaría la presidencia el colorado Nicanor Duarte Frutos; pero lo haría con tan solo un poco más de un tercio de los votos a su favor, mientras que en 1998, cuando el UNACE todavía estaba unido al coloradismo, la ANR ganó las elecciones con más de la mitad de los votos. El Partido Colorado recién volvería a tener un porcentaje de votos medianamente similar (aunque ya nunca igual) a partir de las elecciones de 2013, con la muerte de Lino Oviedo en un accidente aéreo, tras la cual también el UNACE recibiría un golpe mortal, retornando la mayoría de sus seguidores al coloradismo (incluidos los hijos de Oviedo).

El Paraguay de los siguientes años también vería el declive del militarismo. Este país tan acostumbrado a ser gobernado por militares, tan acostumbrado al «chake» de algún comandante, le perdería el miedo a los golpes de estado (un miedo latente hasta los 90’s).

En el año 2000 se produjo el último intento de golpe, que tal vez hasta podría ser catalogado de «kachia’i», ningún muerto, ningún herido, solo dos tanquetas paseándose solas en las mismas plazas donde ocurrieron los eventos de marzo del 99, rindiéndose ante policías pobremente armados, luego de armar algún bochinche. Los comandantes de las distintas armas del ejército siempre fueron personajes reconocidos e influyentes en décadas anteriores, hoy la mayoría de la gente ni siquiera sabe quiénes son los jefes más importantes de las fuerzas armadas. Ya no tenemos militares candidatándose a la presidencia ni ejerciendo alguna influencia notoria en la política nacional.

El gobierno de González Macchi, que gozó de amplio apoyo popular y en el que estaban depositadas grandes esperanzas, terminó demostrando ser un gobierno enormemente corrupto e ineficaz, acumuló una gran cantidad de escándalos de corrupción, siendo uno de ellos el descubrimiento de que el BMW que utilizaba el presidente, era un auto robado en Brasil. En el último trecho de su mandato los funcionarios públicos cobraban sus salarios a veces con meses de atraso. La esperanza inicial se convirtió en un profundo disgusto generalizado.

Algunos reivindican este dramático episodio como una gran gesta en defensa de la democracia, hay quienes consideran que 8 muertos y 769 personas heridas, fue un precio que no valía la pena pagar para que asuma un gobierno como el que asumió el poder después. Las discusiones siguen y seguirán por mucho tiempo más; pero hay algo que es indiscutible, y eso es que desde 1999, marzo se ganó un apodo que ni siquiera la frágil memoria de nuestra sociedad podrá quitarle jamás. «Marzo Paraguayo».

Deja un comentario