La Universidad Nacional de Asunción, fundada el 24 de septiembre de 1889, acaba de cumplir 125 años. Es la universidad paraguaya más grande, con más de 40 mil estudiantes distribuidos en Gran Asunción y en numerosas sedes del interior, la que cuenta con más facultades y variedad de carreras, la que cuenta con más recursos (con un presupuesto que se está acercando a los 300 millones de dólares). Es también sin dudas la universidad más tradicional y la más renombrada del país. Todo esto, a primera vista, nos invita a acercarnos con entusiasmo a soplar las 125 velas de su torta de cumpleaños y a celebrar… ¿pero realmente tenemos motivos para celebrar?
Prestemos una mejor mirada a la situación de la universidad más longeva de la república. Una importante deficiencia que podremos notar al prestar atención, es la que padece en cuanto a infraestructura. Uno puede sentir cierto respeto por la infraestructura de esta universidad al visitar su enorme campus en San Lorenzo; pero al dirigir la mirada hacia las facultades que están fuera del campus y las sedes del interior, la situación es otra. Carreras con cursos abarrotados de estudiantes en los que no hay suficientes sillas ni espacio físico -en Derecho hay cientos de estudiantes matriculados en un mismo curso en el que tal vez entren solo alrededor de 100-, baños en pésimo estado que no cuentan con jabón ni papel higiénico, un gran número de estudiantes del interior que han cursado sus carreras sin contar con una sala de informática o una biblioteca en condiciones, falta de adecuación de los espacios para que sean accesibles para personas con discapacidad, edificaciones que permanecen inconclusas durante largos años, falta de proyectores, y un largo etcétera.
Algunos podrían verse tentados a argumentar que, si uno está determinado a aprender, podrá hacerlo a pesar de los inconvenientes materiales que se le opongan, después de todo, grandes científicos y pensadores han hecho su camino a lo largo de la historia a pesar de la pobreza de medios con que les correspondió lidiar. Un punto un tanto discutible; pero hagamos a un lado las debilidades materiales por un momento y pasemos directamente a una pregunta incómoda (al menos para las autoridades de la institución): ¿puede prosperar la educación con corrupción?
Sí, con CORRUPCIÓN, un término que inevitablemente nos pasará por la mente al revisar el comportamiento y las denuncias que se observan sobre quienes administran la entidad educativa. Médicos del Hospital de Clínicas, dependiente de la Facultad de Medicina, han cuestionado la administración del Decano Aníbal Peris y exigido transparencia en el manejo de los recursos -Medicina UNA recibe más de 80 millones de dólares anuales- en una nota firmada por 113 de ellos. Según la Dra. Carmen Skell “cada año se pide más plata y piden más rubros, y ellos lo reparten a los correligionarios [colorados]”. Pero en Medicina UNA las críticas no tienen como resultado la corrección de la situación que se critica, sino la toma de represalias contra quienes las manifiestan. Este año el Decano de Medicina y su Consejo Directivo han destituido a 3 médicos por no estar alineados y no guardar silencio, y no es la primera vez que en esta facultad se toman medidas punitivas contra quienes realizan críticas (ver notas periodísticas relacionadas aquí y aquí).
Si preguntamos a un estudiante de la Facultad de Derecho acerca de la situación que allí se vive, recibiremos un diluvio de denuncias de malas prácticas y situaciones en extremo lamentables: profesores que regalan notas a cambio de favores sexuales, militantes del Partido Colorado que nunca van a clases pero terminan la carrera con promedio 5, docentes que faltan a clases, irregularidades en los procesos electorales, solo por citar algunas quejas frecuentes. Durante las últimas elecciones municipales, el hoy Intendente de Asunción Arnaldo Samaniego ingresó al predio de la facultad para hacer proselitismo, violándose así el artículo 143 del estatuto de la UNA que prohíbe expresamente la realización de actividades político-partidarias en la universidad. En 2008 varios estudiantes denunciaron excesos en la utilización de viáticos, funcionarios que trabajaban en más de un lugar al mismo tiempo (¿tal vez se clonaban a sí mismos?), manejos irregulares en la concesión de cátedras docentes, falta de transparencia en la utilización del presupuesto, entre otras cosas. En este caso, al igual que en Medicina y en cualquier otra facultad de la UNA, las críticas no tuvieron como resultado el mejoramiento de la situación criticada, sino la represión para con quienes hicieron las críticas, siendo expulsado el entonces estudiante Carlos Becker.
En la Facultad de Ingeniería, el Decano Isacio Vallejos tiene una vasta colección de criticas. Si indagamos acerca de ascensores que no funcionan y comprados a precios inflados por la Corte Suprema de Justicia, su nombre aparecerá. Si le echamos un ojo al caso de la polémica construcción de la nave espacial que hoy es el Congreso Nacional, su nombre allí estará. Si se habla sobre irregularidades en Conavi, su nombre aparece. Dos estudiantes, Eduardo Becker y Esteban Caligaris, manifestaron su disconformidad en facebook y en twitter por tener como decano a una persona con tantos cuestionamientos. Resultado: una vez más, represión. Fueron suspendidos.
El año pasado se realizó una Asamblea Estudiantil en la Facultad de Filosofía, en la cual se reclamaba entre otras cosas, transparencia en la asignación de cátedras docentes y en el uso del presupuesto. No se hizo ni lo uno ni lo otro, como mucho, en un momento de mucha presión, los representantes estudiantiles repartieron panfletos donde simplemente decían cuánto se gastaba, sin que se detalle en qué se gastaba, y en los que para colmo la información solo abarcaba hasta cierto punto del año, estando impresa una aclaratoria que decía que se revelaría más información cuando Horacio Cartes asuma la presidencia en agosto (por cierto, hace más de un año que ya asumió Cartes y todavía no se ha proporcionado esa información). ¿Qué ley o reglamento habilita a las autoridades de la universidad a guardar información hasta que asuma un nuevo presidente? Cuando se realizan críticas en esta facultad, la respuesta de la Decana María Angélica Lezcano de González suele ser siempre la misma, amenazar con sanciones legales a los críticos -el autor de este artículo se encuentra en la lista de estudiantes amenazados-.
Y en las últimas elecciones de Representación Estudiantil, los miembros de mesa de la sede de Villarrica cometieron el acto en extremo irregular de encerrarse en una habitación a contar los votos (a uno lo filmaron y se puso agresivo, vídeo en youtube). Dos estudiantes, María Ríos y Marcos Rojas, denunciaron el hecho. Se repitió la historia de siempre, no se corrigió la situación, quienes cometieron la infracción electoral -que beneficiaba al equipo apadrinado por la decana- gozaron de impunidad, y quienes realizaron la denuncia fueron suspendidos. En los próximos días se realizará una nueva elección de Representantes Estudiantiles, y durante el proceso una vez más esta misma decana contaminó el proceso, con medidas «extrañas» en la confección de un padrón electoral en el que mucha gente que tendría que estar habilitada para votar no lo está, y en el que mucha gente que no debería estar habilitada para votar, si lo está, y también haciendo abierta campaña a favor de la agrupación «Equipo País» (la misma que cometió el fraude en Villarrica), a pesar de que está obligada a mantenerse imparcial por ser miembro de la Comisión Electoral; pero a la Sra. Angélica de Lezcano le parece mejor ser juez y parte.
La Universidad Nacional de Asunción se encuentra cada vez más sumergida en un profundo proceso de coloradización, a pesar de que como ya mencionamos, su propio estatuto exige mantener afuera a los partidos políticos. En casi todas las elecciones de centros de estudiantes, hay directa intervención del Partido Colorado, inyectándole apoyo logístico y recursos a las candidaturas que pueden aumentar la influencia colorada en la casa de estudios. En las últimas internas coloradas, el entonces rector de la UNA, Pedro González, y varios decanos, firmaron e hicieron correr una nota en la cual instaban a los funcionarios de la universidad a votar por la candidata de Honor Colorado, Lilian Samaniego. Y en la última elección para elegir nuevo rector, se sintió con fuerza la mano del senador Kalé Galaverna, quien apadrinó la candidatura del entonces decano de Veterinaria, Froilán Peralta, el actual rector.
El propio Froilán le había dicho a Galaverna al ser electo: “No tengo vergüenza, temor ni ningún complejo de decir que tu apoyo haya sido importante para que hoy haya sido electo querido senador, pea ha’eta ndéve, ha opárupi ha’eta”.
Cabe mencionar que también otros partidos han pretendido proyectar su sombra sobre la UNA, el caso más emblemático -luego de la ANR, por supuesto- tal vez sea el del PMAS, que logró establecer su hegemonía sobre la Facultad de Filosofía durante varios años; aunque hoy su influencia en esa facultad es ya inexistente.
Todo lo mencionado es tan solo la punta del iceberg. Una universidad sometida por el Partido Colorado, rebosante de casos de corrupción, con deficiencias graves en su infraestructura, que da pasos de tortuga para actualizar la malla curricular de la mayoría de sus carreras que no se hallan acreditadas ni siquiera en Clorinda, y que castiga con severidad a los estudiantes que tienen la osadía de levantar su voz de protesta; esa es la decoración con la que la Universidad Nacional de Asunción celebra sus largos 125 años de existencia. Rescatemos al menos algo bello siempre presente en la UNA, y esto es su lema, que reza «VITAM IMPENDERE VERO», latín para «consagrar la vida a la verdad». A este noble lema hagamos pues tributo y digamos que en verdad, en este cumpleaños, no hay motivos para celebrar.